J.M. Firearms Collection

VELO-DOGS Colección de Jesús Madriñán

Datos técnicos
1880 - 1920
Los revólveres conocidos popularmente con el nombre de Velo-Dog son producto del ingenio y posterior creación del armero belga Charles Francois Galand en la década de 1890. Bajo esta denominación se fabricaron miles de revólveres desde finales del siglo pasado hasta el comienzo de la I Guerra Mundial en toda Europa. No suelen llevar ningún tipo de identificación.

La etimologí­a de su nombre procede de la combinación de las palabras "velocipede", bicicleta en francés, y "dog", perro en inglés, pues en un principio estas armas fueron ideadas con el fin de repeler las frecuentes agresiones de que eran objeto los numerosos ciclistas por parte de los canes y, que causaban gran cantidad de accidentes. Normalmente, debido a la finalidad a que estaban destinadas eran de una fiabilidad bastante limitada, aunque como siempre ocurre, existen muy honrosas excepciones.

En su concepción original, el arma utilizaba un cartucho especial, conocido como 6 mm. Velo-Dog. Éstos vení­an cargados con proyectiles de pimienta, en caso de querer dar un buen escarmiento, o de plomo, si lo que se pretendí­a era obtener resultados más contundentes.

A medida que ésta última munición tuvo más aceptación, se rebosó el campo a que estaban inicialmente destinados y se convirtieron en verdaderas armas de defensa personal, comenzando a fabricarse modelos del calibre 6,35 y 7,65 mm., obteniendo una aceptación considerable gracias, a su comodidad para portarlas por su reducido tamaño y a lo económico de su precio, pues la mayorí­a estaban fabricadas con materiales de í­nfima calidad.

Es probable que la elaboración de los revólveres Velo-Dog fuera iniciada en España por Francisco Arizmendi, armero de Eibar, ya que en 1904 compró la patente de fabricación a la firma Galand, que, con tanto éxito lo comercializaba en el extranjero, incluyéndolo en sus catálogos con la denominación de "Le Novo". Supuestamente, debido el éxito en ventas obtenido por Arizmendi, fueron muchos los armeros vascos que comenzaron a fabricarlos. Por supuesto, la gran mayorí­a no tení­a el correspondiente permiso, de ahí­ que casi todos carezcan de identificación.

El sistema de extracción procede, en la mayorí­a de los casos, de la patente Silvert & Fletcher consistente en una varilla situada bajo el cañón y que, al extraerla y girarla levemente, hace las veces de baqueta para vaciar el tambor de casquillos disparados.

Compitieron con las pequeñas pistolas semiautomáticas en el campo de las armas de bolsillo, destinadas a la defensa personal, hasta que éstas últimas lograron imponerse en el mercado.