J.M. Firearms Collection

SMITH & WESSON Nº 1 ½ Colección de Jesús Madriñán

Datos técnicos
SMITH & WESSON
Springfield (USA)
1865 – 1868
Simple Acción
88,9 mm.
Palo Santo
Estraida
[U]- SMITH & WESSON Tip-Up Nº 1 ½ -[/U]

“El Tres Pasadores"

Revólver Tip-Up fabricado por la Smith & Wesson. De tamaño reducido y de agradable apariencia, lleva en la solera del cañón la siguiente inscripción: SMITH & WESSON. SPRINGFIELD. MASS. PAT. APR. 6. 55. JULY. 6. 59 & NOV. 21. 65.

En 1865, una vez finalizada la Guerra de Secesión, la S&W sacó al mercado un nuevo modelo de Tip-Up de tamaño a caballo entre el Modelo 1 y 2. Se trataba del Modelo Nº 1 ½.

El nombre de Tip-Up (punta hacia arriba, en castellano) con que se denominó a estos revólveres de la Smith & Wesson, proviene de su sistema de apertura hacia arriba. Lo forman una bisagra situada en la parte superior del armazón, y que une el cañón e éste, y de una pieza colocada en la parte inferior que, al accionarla, libera el cañón para que se pueda levantar y proceder a su carga o descarga.

De los Tip-Up se fabricaron 3 Modelos que, cronológicamente fueron el Modelo Nº 1, el Nº 2 y el Nº 1 ½ que es el de esta colección. Todos tení­an en común las siguientes caracterí­sticas: gatillo semioculto, ausencia de guardamontes, sistema de fuego anular y el número de serie marcado en la cacha derecha y en la parte inferior del marco de la empuñadura.

El Modelo Nº 1 ½ se fabricó entre 1865 y 1868. Con 5 recámaras del calibre 32, el cartucho llevaba una bala de plomo de 5,40 gr. e iba cargado con 0,80 de pólvora negra.

También es llamado popularmente Three Pin (tres pasadores), lo que lo diferencia del Modelo 1 de Calibre 22, que llevaba sólo 2. El tercero se añadió a fin de reforzar el muelle de retenida del tambor, ya que la diferencia de calibres y la superior potencia así­ lo exigí­an.

Para cargarlo es necesario desplazar el cañón hacia arriba, presionando sobre las dos orejetas estriadas situadas en cada lado del armazón, tras lo cual basta sacar el tambor para poder alimentar o descargar el arma. La varilla atornillada paralelamente al cañón sirve para la extracción de los casquillos.

Con el arma abierta hay que estar atento para que el cilindro no se caiga, pues no tiene eje de giro que lo atraviese, si no, un pequeño eje de unos 4 mm que sobresale del armazón y otro más pequeño aún, de unos 2 mm que sobresale del cilindro en su plano anterior y que, cuando el arma está cerrada, encajan en sus respectivos alojamientos, permitiendo que el tambor gire y esté asegurado eficazmente.

En los Estados Unidos de 1860 no habí­a ningún otro revólver que disparara cartuchos metálicos, de ahí­ este sistema tan rudimentario. Muchos poseedores de este revólver, para agilizar la labor de recarga, compraban 2 ó 3 tambores a mayores que llevaban convenientemente cargados. Así­, cuando los cinco cartuchos del tambor se agotaban, sólo tení­an que extraer este e introducir uno nuevo para estar otra vez en condiciones de disparar.

Los elementos de punterí­a, muy rudimentarios, se componen de un punto en forma de media luna situado en el extremo del cañón, y de una muesca tallada en forma de “V” como mira trasera.

El largo de su cañón redondo es de 3 ½ pulgadas, su armazón es totalmente de acero y está dotado de una placa lateral que permite el acceso a los mecanismos, y la empuñadura tiene una elegante forma de cabeza de ave.

El tambor lleva cinco acanaladuras, mas a consecuencia de las modas que de la eficacia, dándole una figura estilizada y elegante. Sin embargo, pierde en robustez pues las acanaladuras apenas alcanzan los 28 milí­metros de diámetro mí­nimo.

Lo verdaderamente ingenioso de este revólver, muy avanzado para su época, es la leva de retenida del tambor. Totalmente fija por los “tres pasadores”, actúa solamente por su parte posterior, apoyándose en una muesca que mantiene el tambor inmóvil. Ahora bien, cuando se acciona el martillo éste, que posee una pequeña cresta en su extremo superior delantero, levanta la leva de retenida lo suficiente para que el tambor gire.

Este revólver, a pesar de los años, es un cúmulo de aciertos: tiene un acabado extremadamente cuidado que contribuye en gran medida al renombre de la firma de Springfield. Todas las piezas están perfectamente ajustadas y la holgura entre los diferentes elementos mecánicos es prácticamente inexistente. Esto constituye una verdaderamente proeza para una época donde la maquinaria y las herramientas estaban poco desarrolladas.

La dignidad profesional y el respeto hacia sus clientes llevó a la firma Smith & Wesson hasta el punto de hacer inscribir sobre los revólveres que tení­an algún pequeño defecto la leyenda 2D. QUALITY (calidad de segunda), para ofrecerlos a precios inferiores a los modelos estándar. Como dato curioso decir que, por su escasez, se cotizan mucho más estos ejemplares “de segunda” que los corrientes. Existen varios tipos de acabado, pavonado, niquelado y, a veces, con grabados en oro y plata sobre los que se servlian en parejas en lujosos estuches forrados con terciopelo. Además, el marfil y el nácar sustituyen a veces al nogal o al palo rosa de las cachas.

Considerando que el trabajador americano medio ganaba sobre 30 dólares al mes, los revólveres Tip-Up de S&W eran muy caros, ya que, en 1866, se vendí­an al precio de 12,75 dólares. Aun así­, su demanda era tan grande que una vez encargado habí­a que esperar dos años antes de que se le entregara al cliente.
Datos técnicos
SMITH & WESSON
Springfield (USA)
1865 – 1868
Simple Acción
88,9 mm.
Palo Santo
Estraida
Horace Smith nació el 28 de octubre de 1808 en Cheshire (Massachussets). Hijo de carpintero, al poco de nacer su familia se trasladó a la localidad de Springfield. Allí, su padre se empleó en una fábrica armera y a los 15 años, Horace entró también a trabajar como aprendiz en la sección de forja del Arsenal de Springfield, una fábrica estatal donde se especializó en la fabricación de bayonetas. Con el tiempo demostró su capacidad inventiva y hacia 1843, convertido ya en un experto armero, se transada al estado de Connecticut, donde es contratado por la afamada firma Allen & Thurber, que entonces estaba especializada en la fabricación de avisperos, familiarizándose allí con las armas de repetición.

Daniel Baird Wesson nació un 18 de mayo de 1825 en Worcester (Massachussets) en el seno de una familia de agricultores. Su hermano Edwin se estableció como armero en la ciudad de Grafton, donde logró cierto renombre por la calidad de sus armas. Pronto Daniel se contagió del entusiasmo por las armas de su hermano y se puso a trabajar con él. En 1846, recibieron un pedido de 100 revólveres y rifles destinados a pertrechar a una expedición a California. Como no tenían la infraestructura suficiente para afrontar este proyecto en el tiempo establecido, se pusieron en contacto con la Allen & Thurber para subcontratar el pedido. Los beneficios de esta operación sirvieron para sanear las arcas de la fábrica de Edwin, pero al poco tiempo este falleció repentinamente, pasando a ser propiedad de Daniel, pero los pedidos cesaron y la empresa comenzó a pasar por dificultades financieras.

Fue entonces cuando se asocia con Horace Smith, al que había conocido en la fábrica Allen & Thurber, y fundaron la compañía Smith & Wesson que ha llegado a ser una de las principales empresas armeras de la Historia. Al principio se dedicaron exclusivamente a comercializar armas de calidad fabricadas por otros armeros, pero pronto comenzarían a diseñar las suyas propias.

En 1846, un ingenioso ciudadano neoyorquino llamado Walter Hunt, que ya había inventado, entre otras muchas cosas, el imperdible y la pluma estilográfica, ideó y patentó una munición autopropulsada consistente en una bala hueca que lleva alojada en su interior su carga propulsora, así como la pistola encargada de dispararla. Esta patente llegó a manos de Horace Smith quien se la compró a su inventor, mejorando el arma y patentándola de nuevo en 1851. Se trataba de la pistola Volcanic, un arma de repetición manual por palanca que contaba con un depósito tubular bajo el cañón.

El 20 de junio de 1854, con esta patente en la mano convenció a su amigo Daniel Wesson para abrir un pequeño taller en Norwich (Connecticut), dedicado a la fabricación y comercialización de esta pistola.

El invento no obtuvo éxito, ya que la bala autopropulsada sólo conseguía una velocidad inicial de 150 m/s y, con sólo un año en el mercado, decidieron vender la patente por 25.000 dólares a la firma Volcanic Repeating Pistol. De este arma sólo se llegaron a fabricar unas 3.000 unidades entre 1855 y 1857, fecha en que cesó su producción. Se da la curiosa circunstancia de que uno de los socios de esta firma era Oliver Winchester que haría de esta pistola el embrión de los famosos rifles Winchester.

Con el dinero obtenido de la venta, en 1856 erigen otra factoría más grande en Springfield, lugar donde quedaría ubicada definitivamente hasta nuestros días.

El 2 de abril de 1855, el armero Rolling White patentó con los números 12.648 y 12.649 un revólver de retrocarga, es decir, llevaba un tambor con las recámaras abiertas de delante a atrás, con lo que se ganaba en tiempo de recarga y permitía la utilización de cartuchos metálicos de fuego anular. Con los documentos en la mano, visitó a Samuel Colt a quien le ofreció su invento, siendo desdeñado por este (de lo cual se arrepentiría toda su vida). Enterado de que Smith & Wesson estaban trabajando en un proyecto similar, contactó con ellos y estos se hicieron con todos los derechos de su invento convirtiéndose así en la fábrica más importante de revólveres del mundo, pues les concedía hasta 1869, fecha en que finalizaba la concesión de la patente, el monopolio norteamericano para la fabricación de revólveres de retrocarga. Smith & Wesson terminó de esta manera con el sistema de avancarga.

Para hacerse una idea de la inmensa diferencia que había entre los revólveres fabricados por esta firma y sus competidores, podemos ceñirnos a las crónicas de la época que asignaban, en manos de un tirador experto, 26 segundos para cargar y disparar un Smith & Wesson contra los 60 para efectuar la misma operación con uno de la firma Colt.

Su primer arma de retrocarga vio la luz en 1857; consistía en un pequeño revólver de bolsillo de calibre 22 Corto que denominaron Nº 1. En 1869, habiendo fabricado exclusivamente armas para uso civil, deciden diseñar una para el ejército, apareciendo en 1869 un enorme revólver del calibre .44 denominado Modelo Nº 3.

En 1873, es Daniel Wesson quien se queda a cargo de la fábrica, pues Horace Smith decide abandonar la sociedad para dedicarse al estudio de la astronomía y a la ayuda altruista a personas y comunidades religiosas, falleciendo el 14 de enero de 1893 en Springfield. Diez años después, en 1883, Daniel Wesson cede las acciones de la fábrica a sus hijos, aunque nunca perdió contacto con la fábrica. Falleciendo también en Springfield el 4 de agosto de 1906.

En 1886, la Smith & Wesson introdujo el revólver de armazón fijo y tambor oscilante lateral. Desde entonces y hasta hoy (a pesar de haber pasado más de un siglo desde su invención), por su fortaleza contrastada, todas las fábricas del mundo han adoptado para si este diseño.

En todo el mundo se copiaron los revólveres Smith & Wesson, especialmente en Bélgica y España, con diferentes calidades de fabricación.

En 1954, la Smith & Wesson sacó al mercado su primera pistola semiautomática, denominándola Modelo 59.

En la actualidad un bisnieto de Daniel Baird Wesson regenta la fábrica realizando diseños muy innovadores, algunos de ellos presentados en bellos estuches en los que se adjuntan hasta siete cañones intercambiables con juegos de miras y disparadores de cambio rápido. Aunque creo que no es necesario mencionarlo, añadiré que dichos estuches sólo están al alcance de muy pocos bolsillos.

Un revólver de esta marca, el Mod. 52 del calibre 38 Especial, cuenta en su haber con el récord mundial de Tiro Olímpico en la modalidad de Grueso Calibre, logrado por el norteamericano T. D. Smith con 597 puntos sobre 600, y que está imbatido desde 1963.

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