En 1858, la Armada española adoptó el revolver de retrocarga Lefaucheux, al que denominó Modelo 1858. Sorprendentemente, sólo cuatro años más tarde, el Ministerio de la Guerra estableció que debían reemplazarse por los Kerr de percusión, lo que no deja de ser una incongruencia. Esta decisión es inexplicable a día de hoy, pues supuso un enorme retroceso el cambiar un revólver dotado de un moderno sistema de retrocarga, como el Lefaucheux, por uno antiguo de avancarga, más engorroso y lento.
Durante el corto espacio de tiempo que los revólveres Kerr prestaron servicio en la Armada española, se reglamentaron tres modelos. El Kerr Modelo 1862, el Modelo 1864 y el Modelo Transformado.
El de esta colección es el Modelo 1864.
[B]MODELO 1862[/B]
El revolver Kerr de la Marina Española Modelo 1862 fue declarado reglamentario por Real Orden de 22 de febrero de 1862, a propuesta del Director de los cuerpos de Estado Mayor de Artillería de la Armada e Infantería de Marina que redactó: “En vista del resultado de las experiencias comparativas ejecutadas con varias pistolas revólveres de diversos sistemas, he venido en resolver, se adopte para lo sucesivo, en reemplazo de los Lefaucheux usados hasta ahora por la Armada, la de los Kerrs del calibre de 5 líneas, 8 puntos y 218 milésimas, o sea 11 milímetros aproximadamente”.
Lo fabricaban con licencia, en Inglaterra, la firma London Armoury Co. y en Bélgica, Auguste Francotte. El británico iba marcado “London Armoury L.A.C.” y “Kerr´s Patent”, siendo ofrecido al ejército británico que no se mostró interesado, por lo que se vendieron unos 11.000 a los estados confederados durante la Guerra de Secesión norteamericana.
En un principio y a modo de prueba, se dotó a algunos buques con este arma, adquiriéndose un pequeño número a la London Armoury Co. Ltd. Éste fue el único pedido que se le realizó, pues debido a los informes favorables que obtuvo y que su fabricación en España no requería de licencia, ya que no se había obtenido su “privilegio de invención”, la Armada encargó su manufactura a la Fábrica de Placencia, lo que suponía subcontratar, en distintos talleres de la zona, la fabricación de cada parte del revólver, para montarlos en la fábrica bajo la dirección de un artillero del cuerpo del Estado Mayor de Artillería de la Armada.
Tal vez debido a una manufactura muy diversificada entre talleres de Placencia y Eibar, los revólveres Kerr Modelo 1862 no se marcaron como los armamentos producidos para el Ejército en la Fábrica de Placencia, que debían mostrar la marca “AR” coronada y la inicial “P” o la inicial “E indicando que habían superado el examen de la Comisión de la Armada de Placencia o Eibar, con la inicial “L” seguida del nombre del adjudicatario del lote.
También hay revólveres Kerr carentes del ancla, marca característica de la Armada, que prueba la existencia de que hubo una oferta comercial.
[B]MODELO 1864[/B]
El revólver Kerr Modelo 1862 sólo fue reglamentario durante el efímero período de dos años, pues adolecía de algunos defectos que comenzaron a observarse en 1864, por lo que se le introdujo ciertas variaciones. En Real Orden de 2 de Abril de 1864 se dispuso el cambio de las chimeneas por otras nuevas de la Pirotecnia Militar de Sevilla.
Aun así parece que este cambio no era suficiente, pues por Real Orden de 30 de julio de 1864 se aprobaba el modelo “de la pistola revólver sistema Kerr, que en lo sucesivo ha de usarse en la Armada con la denominación de Modelo 1864, para diferenciarla del Modelo 1862”.
Sus principales diferencias son, que el tornillo de fijación de la llave a la culata, no se atornilla directamente a ella como lo hace en el Modelo 1862, sino que la atraviesa, cebando en un portabis (roseta) embutido en el lado izquierdo, así como que todos los tornillos con vista al exterior, entran de derecha a izquierda. El portabís que lleva el Modelo 1864 es la mejor manera de distinguirlo a simple vista del Modelo 1862.
Su fabricación no fue en la Fábrica de Placencia (suprimida el 13 de enero de 1865), si no que fueron contratadas la firma “Orbea Hermanos” de Eibar y la sociedad “Güerediaga, Astola y Cía.” de Durango
Las elaboradas por Orbea Hermanos vienen marcadas con el nombre de la fábrica mientras que en las realizadas por Güerediaga, Astola y Cía. se omitía el nombre del fabricante, marcándose sólo con la frase “Fábrica de Durango”. Ambas inscripciones estaban situadas en el lado izquierdo del armazón, justo debajo del tambor. A las firmas hay que añadir los punzones correspondientes. Del Modelo 1864 sólo se llegaron a fabricar 5.500 unidades de las cuales 4.000 se elaboraron en la fábrica de Eibar y 1.500 en la de Durango
El número figuraba en el lado inverso. En este ejemplar, en la platina de la llave, en el puente del armazón y sobre el tambor, hay punzonado un ancla flanqueada por las letras “A y O” (¿Armada Oviedo?) en el interior de un óvalo, desconociéndose el nombre de su fabricante, aunque hay constancia de ejemplares con estos mismos punzones que presentan la marca de la Fábrica de Durango.
Además, en todas sus piezas figura un ancla y la inicial “O”en el interior de un óvalo, señalando que habrían superado el examen de la Comisión de la Armada de Oviedo, que tenía su sede en la Fábrica de Armas de esa ciudad. Existe cierto desconcierto de como armas fabricadas en las Vascongadas eran certificadas en Oviedo, pero la opinión más aceptada es que habiendo sido cerrada la Fábrica de Placencia, por cercanía, sería la Fábrica de Oviedo donde deberían pasar el examen de la Comisión de la Armada.
El acabado del Kerr Modelo 1864 es mejor que el de 1862, para ambos se fijó un plazo de duración de diez años, inferior por tanto al establecido para revólveres adoptados por el Ejercito, tal vez tratarse de armas a utilizar por la marinería en clima adverso. Sorprendentemente, los dos modelos Kerr incluyen cierta decoración a buril, inhabitual en los diseños espartanos de los adoptados por el Ejército.
[B]MODELO 1873 o MODELO TRANSFORMADO[/B]
A finales de la década de 1860, el descontento contra el régimen monárquico de Isabel II en los ambientes populares, políticos y militares era patente. Había una grave crisis económica tras las pérdidas en las Guerras Hispanoamericanas y por doquier proliferaban los pronunciamientos. En el exilio, liberales y republicanos llegaban a acuerdos para promover desórdenes con el objetivo de derrocar a Isabel II y expulsarla del trono español.
Para septiembre de 1868, la suerte de la corona ya estaba echada. Las fuerzas navales con base en Cádiz se amotinaron contra el gobierno de Isabel II y pronto se extendió a otros lugares del país. Como consecuencia, Isabel II se vio abocada al exilio en Francia.
Tal vez por el impulso renovador de la Revolución de Septiembre de 1868, se reconoció que la adopción del revólver Kerr de sistema de percusión había constituido un fracaso. Por orden del año 1869, se reducía a siete años el plazo de duración del Modelo 1864 y se declaraban fuera de servicio los del año 1862, que debían ingresar en los Arsenales “para poderlos emplear en una eventualidad en el servicio de abordo, a cuyo efecto deberá contarse con el necesario repuesto de municiones”.
Pero como estaban casi nuevos, puesto que los más antiguos contaban con 8 años, por orden de 14 de octubre de 1870, se dispuso fueran transformados en Eibar a fuego central, y que tanto en el Kerr transformado de la Marina, como en el Lefaucheux reglamentario en la misma, se usase el cartucho metálico, pasando a ser la Armada la primera en disponer de un arma corta de fuego central.
No era poco el trabajo que suponía la transformación de los revólveres Kerr de percusión a fuego central, por lo que forzosamente el coste tenía que ser elevado. Adecuar el tambor para permitirle el alojamiento de cartuchos metálicos, confeccionar el bloque con portilla de carga y ajustarlo al armazón, acoplarle una aguja percutora con su muelle de recuperación, modificar el martillo percutor, eliminar la baqueta y acoplar una varilla extractora, etc.
En octubre de 1873 el Jefe de la Comisión de la Marina en Eibar, informaba de las medidas que había adoptado para que los revólveres no cayeran en poder de los carlistas, ante la probabilidad de que las fuerzas del Ejército y Voluntarios de la República abandonaran la Villa. Así, el 4 de septiembre de 1874 se disponía el cese de la transformación de revólveres, debiendo entregarse al Comandante de Marina de San Sebastián, “todos los Revólveres que haya tenido la oportunidad de sacar de Eibar”.
En los talleres de Eibar hay constatación de la trasformación de 285 ejemplares, facturándose toda la operación por 2.618 pesetas justo un mes antes de que Eibar fuera ocupada por los carlistas.
Pero no ocurrió lo mismo con los destinados a ultramar, sobretodo en Cuba y Filipinas donde combatieron en sus respectivas guerras. Tras la caída de Cuba en 1898, todos los revólveres existentes en el Arsenal de La Habana y que estaban dados de baja por obsoletos, fueron adjudicados a la firma norteamericana Francis Bannerman que, en su catálogo de 1909, ofrecía los revólveres transformados Kerr españoles al precio de 5,25 dólares unidad.
Los revólveres Kerr, aunque destinados al uso de la oficialidad de la Armada, tenían la misma consideración que los cañones de un buque, pues estaban clasificados como de "dotación en los buques de guerra" por lo que sólo se podían portar abordo, diferenciándose así del concepto de armamento personal de los oficiales del Ejército. Es por ello que los revólveres Kerr son de difícil localización, pues se iban al fondo del mar con sus buques, o terminaban en los Arsenales de la Armada en espera de una casi segura destrucción.
La carga del arma se podía hacer de dos maneras: la tradicional, debiendo medir la pólvora, introducir esta en cada una de las recámaras así como el calepino, la bala lubricada y una vez hecho todo esto, atacar la carga con la baqueta y finalmente poner el pistón, y una más moderna donde se utilizaban cartuchos. Un proceso mucho más rápido que el tradicional.
Estos no eran tal como los entendemos ahora. Fueron diseñados para facilitar la carga de los revólveres y rifles de avancarga. Consisten en un simple cucurucho de papel que contiene la pólvora y está cerrado por un extremo con la bala. La carga del arma se limita a introducir el cartucho en la recámara y el pistón en la chimenea. Se puede ver uno de estos cartuchos en la sección de Fotos Históricas.
El papel era necesariamente fino para dejar pasar la llama del pistón, pero tenía el problema de que era frágil y absorbía la humedad. La solución a este problema fue patentada por William Mont Storm. Consistía en crear la vaina combustible con un trozo de intestino de animal. Exactamente igual que un chorizo. El sistema, por sorprendente que parezca, daba muy buen resultado, pues la tripa es más y fuerte que el papel.
El coleccionista que posea un Kerr en cualquiera de sus variantes tiene que sentirse afortunado ya que, además de lo aducido en el párrafo anterior, hay que sumarle el pequeño número de unidades fabricadas: 1.000 del Modelo 1862 y 5.500 del Mod. 1864. En total sólo 6.500.
Datos técnicos
Fábrica de Durango
Durango (España)
1864 - 1869
Percusión. Simple Acción
146 mm.
1.135 gr.
Nogal
Estriada
JAMES KERR
James Kerr había sido capataz en la fábrica de armas Deane, Adams & Deane, donde el afamado armero, Robert Adams, su primo, era uno de los socios e inventor del revólver Adams. Kerr mejoró el diseño del revólver Adams amparando su mejora bajo patente británica con el número 1.722 del 28 de julio de 1855. Cuando el 9 de febrero de 1856, Adams abandonó esta fábrica para entrar a formar parte de la London Armoury Co., James Kerr no lo dudó y se fue con él.
La London Armoury Co. había sido fundada en Febrero de 1856, y estaba situada en el barrio de Bermondsey en Londres. En ella Kerr realizó mejoras en rifles y revólveres destinados a uso militar. Sus rifles estaban basados en el Enfield 1853. Cuando en el año 1859, los directores de la compañía decidieron centrarse en la producción de rifles, Robert Adams la abandonó llevándose con él la patente de su revólver, pero Kerr esta vez no le acompañó y, a pesar de las órdenes de los directivos, diseñó su propio revólver, comenzando con su producción en esa fábrica en Abril de 1859. Cuando salió al mercado, se ofrecía con el nombre de revólver “Kerr Patent” en los calibres .36 y .44, y en simple y doble acción. Habiéndoselo ofertado al gobierno británico, este no mostró mayor interés, por lo que su venta se centró en el mercado civil donde se comprobó que tampoco tenía mucho éxito.
El revólver Kerr era totalmente diferente a todos sus contemporáneos. Tenía un cilindro de 5 recámaras, un martillo lateral y un mecanismo, guardado tras la platina lateral derecha, similar al de los rifles de percusión. Este era extremadamente simple, pudiéndose reparar por cualquier armero en pleno campo de batalla sin la necesidad de recambios específicos.
En 1860, debido al estallido de la Guerra de Secesión en los EE.UU., ambos bandos, el de la Unión y el sudista o confederado (este carente de fábricas de armas pues estas estaban ubicadas en el Norte), fijaron sus objetivos para armarse en Gran Bretaña. Así, en Noviembre de 1861, 1.600 revólveres fueron comprados por el ejército de la Unión a 18.00 dólares cada uno. Sin embargo, los capitanes Caleb Huse y James D. Bulloch fueron enviados a Gran Bretaña representando al ejército confederado y allí, firmaron un contrato con la London Armoury Co en donde esta se comprometía a venderles en exclusiva todos los rifles y revólveres que pudiera producir (y que el gobierno confederado pudiera pagar). Consecuentemente, esta fábrica se convirtió en la principal suministradora del ejército confederado, vendiéndole la mayor parte de los 11.000 revólveres Kerr producidos.
Según William Edwards, en su libro “Civil War Guns”, como todas las importaciones confederadas de Inglaterra y del resto de Europa, tuvieron que traspasar el bloqueo naval de la Unión, el número que realmente llegó a manos del ejército confederado es desconocido, aunque se calculan en unos 7.000 ejemplares cuyos números de serie van del 3.000 al 10.000, convirtiéndose en el más prolífico de los revólveres que armaron a ese ejército
A medida que dicha Guerra Civil progresaba, la London Armoury Co. se hizo casi totalmente dependiente de las compras de la Confederación, por lo que sobrevivió tan sólo un año después del final de la guerra, disolviéndose en la primavera de 1866.
A excepción del ejército confederado de los EEUU, únicamente España tuvo también como reglamentario en su Armada este revólver, ambos sólo en sistema de simple acción y calibre .44, siendo fabricados aquí en los talleres de Placencia, Durango y Eibar.