Fue el primer revólver español que no se ajustaba a ningún patrón extranjero. Resulta característico por la ausencia de espolón en el guardamonte y la peculiar forma rectangular de la culata, razón por lo que era conocido coloquialmente entre la tropa como revólver "pata de cabra".
Fue declarado reglamentario por Real Orden de la reina Isabel el 19 de octubre de 1863, justo el año en que la fábrica de Trubia fue trasladada a Oviedo, por lo que sólo fue fabricado allí, marcándose con la palabra OVIEDO seguido del año de fabricación.
Con el Modelo 1863 no se aspiraba a mejorar al de 1858, sino a abaratar el coste de fabricación para poder ampliar su destino a la tropa que precisaba de arma corta, fabricándose desde entonces mecánicamente, eliminando cualquier ajuste manual. Eran los inicios de la revolución industrial.
Así, el Modelo 1863 costaba sólo 116 reales frente a los 160 del Modelo 1858 que ya había sufrido una rebaja considerable, pues la tarifa del año 1860 fijaba su coste en 240 reales.
Se fabricó de 1863 a 1874, con una producción estimada que no llegó a las 9.000 unidades, por lo que es una pieza muy apetecible para los coleccionistas de armas militares.
Era tal la crisis económica que sufría nuestro ejército que su dotación fue establecida en 18 cartuchos a la entrega del arma y 6 más cada trimestre por R.O. del 15 de setiembre de 1864.
En la década de 1860 se inventó el cartucho de fuego central, y los revólveres apodados Euskaros, que eran meras copias de los Smith & Wesson le fueron comiendo terreno hasta dejarlos totalmente obsoletos. Su sustituto fue otro revólver, el Modelo 1884.
Datos técnicos
Fábrica de Oviedo
Oviedo
1863
Simple acción
158 mm.
752 gr.
Madera
4 Estrías
- CASIMIR y EUGENE G. LEFAUCHEUX -
Casimir Lefaucheux (Bonnétable 1802, París 1852), fue un afamado armero parisino que tenía ubicado su taller en el Nº 5 de la calle J. T. Rousseau. En 1836 inventó la primera escopeta basculante de retrocarga antecesora de muchas de las actuales. Fue también el primero que ideó un cartucho en el que fulminante, vaina y bala estaban unidos. Al principio la vaina estaba realizada en papel o cartón y envolvía todo el conjunto a semejanza de los cartuchos de caza actuales, pero en 1846, los armeros Gévelot y Houiller diseñaron la vaina metálica y, gracias ello, ese mismo año Casimir Lefaucheux patentó un arma completamente revolucionaria para la época. Se trataba de una escopeta y fue la primera arma de retrocarga que contó con cartucho metálico.
Con este invento entraría en la Historia de las armas, pues fue el primer sistema generalizado que permitía cargar las armas por detrás, abandonando así el engorroso sistema de avancarga.
Lo presentó en sociedad en la Gran Exposición de Londres de 1851, pero ese año la gran atracción estaba reservada para los revólveres Adams y, sobretodo, Colt que, aprovechando la inauguración de su nueva factoría en Londres, quería introducir a toda costa sus productos en el mercado europeo.
Casimir Lefaucheux murió al año siguiente y su hijo, Eugene Gabriel Lefaucheux continuó con el buen hacer de su padre, patentando en 1854 un revólver con este mismo sistema que, con el tiempo y algunas variaciones sería adoptado, entre otros, por el ejército francés, español, suizo, belga, holandés, italiano y noruego.
En España fueron dos las armas reglamentarias que contaron con este sistema: los revólveres Modelos 1858 y 1863.
Los cartuchos de fuego anular y posteriormente los de fuego central acabaron con las armas de sistema Lefaucheux, aunque a principios del siglo XX no era raro ver alguna escopeta de caza de este sistema por las tierras de España.