El éxito militar de estos revólveres hizo que se comenzara la producción masiva de los mismos, así como de pistolas, fusiles y escopetas dotados del mismo sistema con destino al mercado civil, ya que resultaban bastante adecuados tanto para la protección personal como para la práctica de actividades cinegéticas. Esta febril actividad pasaría a ocupar a la práctica totalidad de los talleres armeros de la zona vasca en el período comprendido entre 1860 y 1880, aunque algunos armeros la mantuvieron hasta los inicios del s. XX.
La producción española de revólveres para cartuchos de espiga destinados al uso civil es muy variada, con modelos de simple y doble acción, con recámaras en sus tambores que podían oscilar entre las 4 y las 24, en calibres de 7, 9, 11 y 15 mm., con empuñaduras de remate abierto o esférico, con disparadores protegidos con arco de guardamonte o de tipo abatible, etc. Se trata en su mayoría de una manufactura económica en la que, no obstante, destacan algunos ejemplares, solicitados siempre por encargo, que lucen una vistosidad impresionante, con decoración damasquinada al estilo español. Muchas de estas joyas llevan gravados el nombre del fabricante, el de la persona a la que iba destinada y el del taller damasquinador.
En la década de 1870 se inventó el cartucho de fuego central, y los revólveres apodados Euskaros o Eibarreses de 5 tiros, copias de los Smith & Wesson y dotados de estos cartuchos, le fueron comiendo terreno a los de sistema de espiga o Lefaucheux hasta dejarlos totalmente obsoletos.
En 1884 el Gobierno declaró reglamentario un revólver copia de los Smith & Wesson, pero la población civil, por motivos económicos, siguió utilizando las armas Lefaucheux, por lo que no era infrecuente ver todavía a principios del siglo XX a campesinos cazando con sus viejas escopetas dotadas de este sistema.
Datos técnicos
1865 - 1890
- CASIMIR y EUGENE G. LEFAUCHEUX -
Casimir Lefaucheux (Bonnétable 1802, París 1852), fue un afamado armero parisino que tenía ubicado su taller en el Nº 5 de la calle J. T. Rousseau. En 1836 inventó la primera escopeta basculante de retrocarga antecesora de muchas de las actuales. Fue también el primero que ideó un cartucho en el que fulminante, vaina y bala estaban unidos. Al principio la vaina estaba realizada en papel o cartón y envolvía todo el conjunto a semejanza de los cartuchos de caza actuales, pero en 1846, los armeros Gévelot y Houiller diseñaron la vaina metálica y, gracias ello, ese mismo año Casimir Lefaucheux patentó un arma completamente revolucionaria para la época. Se trataba de una escopeta y fue la primera arma de retrocarga que contó con cartucho metálico.
Con este invento entraría en la Historia de las armas, pues fue el primer sistema generalizado que permitía cargar las armas por detrás, abandonando así el engorroso sistema de avancarga.
Lo presentó en sociedad en la Gran Exposición de Londres de 1851, pero ese año la gran atracción estaba reservada para los revólveres Adams y, sobretodo, Colt que, aprovechando la inauguración de su nueva factoría en Londres, quería introducir a toda costa sus productos en el mercado europeo.
Casimir Lefaucheux murió al año siguiente y su hijo, Eugene Gabriel Lefaucheux continuó con el buen hacer de su padre, patentando en 1854 un revólver con este mismo sistema que, con el tiempo y algunas variaciones sería adoptado, entre otros, por el ejército francés, español, suizo, belga, holandés, italiano y noruego.
En España fueron dos las armas reglamentarias que contaron con este sistema: los revólveres Modelos 1858 y 1863.
Los cartuchos de fuego anular y posteriormente los de fuego central acabaron con las armas de sistema Lefaucheux, aunque a principios del siglo XX no era raro ver alguna escopeta de caza de este sistema por las tierras de España.