La producción española de estas pistolas se iniciaría en la década de 1850, alcanzando su cenit en la de 1870. Posteriormente se mantendría, pero limitada a una factura ordinaria de baja calidad.
A principios del siglo XX, las armas de sistema Lefaucheux, tanto en versión corta como larga, eran consideradas todavía válidas por las personas con menores recursos económicos, destinándolas tanto a fines deportivos como a defensa personal.
Debido a su simplicidad y bajo coste, se ganaron la simpatía del pueblo y, a mediados del s. XIX, no había armero en Eibar que no las elaborase.
Como utilizaban cartuchos Lefaucheux, se corría el riesgo de que en una eventual caída se pudiesen golpear las espigas y se efectuase un disparo accidental. Para evitarlo, en algunos modelos se instaló encima de los cañones una pieza con forma de tridente. Ésta hacía la labor de un seguro y protegía las espigas para que los perrillos no las golpearan sin haber sido retirada previamente dicha pieza.
Muchas veces se las dotaba de una pequeña daga que iba plegada sobre los cañones y que, al accionarse un resorte, se "disparaba" hacia delante.
Para proceder a su carga y descarga, se apretaba un botón situado en el lado izquierdo de la caja, lo que provocaba que basculasen los cañones hacia abajo y que quedaran las recámaras a la vista.
Las llaves son casi siempre a la caja y portan los dos disparadores ocultos, accionándose al montar los martillos.
La empuñadura, decorada con hendiduras verticales, suele ser de una pieza para las pistolas de pequeño calibre: en los ejemplares de grueso calibre, está formada por un armazón de hierro en el que se sitúan las cachas de madera fijas mediante un tornillo pasante, rematada en una base de hierro con anilla para fiador.
La gran mayoría carecen de cualquier identificación, pues para evitar el fisco y así abaratar su coste, los armeros evitaban la obligatoriedad del Banco de Pruebas Oficial.
Una pistola de estas características fue la "culpable" de que comenzara con esta colección, tal como lo cuento en la introducción.
Datos técnicos
Eibar
1860
- CASIMIR y EUGENE G. LEFAUCHEUX -
Casimir Lefaucheux (Bonnétable 1802, París 1852), fue un afamado armero parisino que tenía ubicado su taller en el Nº 5 de la calle J. T. Rousseau. En 1836 inventó la primera escopeta basculante de retrocarga antecesora de muchas de las actuales. Fue también el primero que ideó un cartucho en el que fulminante, vaina y bala estaban unidos. Al principio la vaina estaba realizada en papel o cartón y envolvía todo el conjunto a semejanza de los cartuchos de caza actuales, pero en 1846, los armeros Gévelot y Houiller diseñaron la vaina metálica y, gracias ello, ese mismo año Casimir Lefaucheux patentó un arma completamente revolucionaria para la época. Se trataba de una escopeta y fue la primera arma de retrocarga que contó con cartucho metálico.
Con este invento entraría en la Historia de las armas, pues fue el primer sistema generalizado que permitía cargar las armas por detrás, abandonando así el engorroso sistema de avancarga.
Lo presentó en sociedad en la Gran Exposición de Londres de 1851, pero ese año la gran atracción estaba reservada para los revólveres Adams y, sobretodo, Colt que, aprovechando la inauguración de su nueva factoría en Londres, quería introducir a toda costa sus productos en el mercado europeo.
Casimir Lefaucheux murió al año siguiente y su hijo, Eugene Gabriel Lefaucheux continuó con el buen hacer de su padre, patentando en 1854 un revólver con este mismo sistema que, con el tiempo y algunas variaciones sería adoptado, entre otros, por el ejército francés, español, suizo, belga, holandés, italiano y noruego.
En España fueron dos las armas reglamentarias que contaron con este sistema: los revólveres Modelos 1858 y 1863.
Los cartuchos de fuego anular y posteriormente los de fuego central acabaron con las armas de sistema Lefaucheux, aunque a principios del siglo XX no era raro ver alguna escopeta de caza de este sistema por las tierras de España.