J.M. Firearms Collection

PISTOLA DE ESGRIMA Colección de Jesús Madriñán

Datos técnicos
Manufacture d´Armes et Cycles
St. Ettiene (Francia)
1911 -1914
Fuego Central
274 mm.
1.200 Gr.
Madera
Estriada.
Las primeras sociedades que incluyeron en sus actividades el 'Tir D'Assaut au Pistolet', (Tiro de Esgrima con Pistola) aparecieron en Francia en 1904, siendo creadas por el doctor Paul Devillers. Este nuevo deporte no tenía por objetivo obtener los mismos resultados que el tiro de precisión, sino que buscaba la confrontación directa entre dos adversarios que debían observar unas reglas muy estrictas basadas en el antiguo arte del duelo, para entonces ya prohibido en Francia. Esta disciplina, de ámbito más costumbrista que deportiva, se inscribe en el espíritu tradicional de la esgrima, por lo que es esta federación la que la acoge a principios del siglo XX. Por este motivo, muchos conocen estas armas como Pistolas de Esgrima.

EL DOCTOR DEVILLERS

En 1901, el parisino doctor Devillers aparece en escena en el momento justo para satisfacer el deseo de muchos de sus compatriotas que querían practicar el arte del duelo a pistola sin, para ello, resultar muertos o heridos. No perdió el tiempo, pues ese mismo año registra bajo patente Nº 312.320 un cartucho con bala de cera de su invención, y dicta las normas de este deporte, el cual conoció un gran auge hasta 1914, año en que estalló la Primera Guerra Mundial y cesó la producción de armas para practicarlo, pues todas las fábricas se vieron obligadas a elaborar sólo armas de guerra.

A partir de 1904, las sociedades que se dedican a esta disciplina se multiplican a lo largo de toda Francia. La Sociedad de Asalto a Pistola, la Sociedad de Armas de Combate, la Sociedad Militar de Esgrima Práctica, la Sociedad de Fomento de la Esgrima a Pistola, por citar las más conocidas, se daban cita anualmente para competir sobre las terrazas de los jardines del Palacio de Les Tuileries en París. En estos campeonatos internacionales, todos los tiradores afiliados a estas Sociedades se enfrentaban en dos categorías: pistola y revólver. Las normas eran simples: distanciados 25 pasos entre ellos y protegidos de los impactos por unos atuendos especiales, los duelistas se enfrentaban a una orden compuesta por las palabras “Fuego, uno, dos, tres". Hasta que no se pronunciaba “fuego”, los tiradores debían permanecer en posición de descanso, siendo esta palabra la señal para que apuntaran, no pudiendo disparar ni antes ni después de que se oyera la voz de “tres”. La colocación de los impactos de las balas en cera sobre el atuendo del contrincante eran los que otorgaban los resultados finales. En una época en la que los maestros de armas aun reunían a numerosos alumnos, el Tiro de Asalto o de Esgrima multiplicó aun más su número.

El utillaje de los tiradores estaba compuesto por una máscara con enrejado metálico que protegía los ojos, y por una amplia blusa que cubría el cuerpo hasta las pantorrillas. Con el tiempo, y debido al aumento de potencia de los cartuchos, este atuendo se perfeccionó, sustituyéndose por una media prenda hecha con varias capas de material absorbente que sólo protegía el lado expuesto al adversario, o por una blusa con forma de guardapolvos, también del mismo material, pero que daba total protección. Las máscaras siguen una evolución idéntica. Los primeros modelos eran bastante rudimentarios y permitían pasar pequeños trozos de cera, con el correspondiente peligro para los ojos de los contrincantes; luego estás se transforman buscando más seguridad, duplicando la fina tela metálica y reforzándola con un cristal. Para los profesionales de este deporte que temían que su visera se cubriera de vaho, existía, con un ligero suplemento de precio, un modelo dotado de respiradero.

Al principio era el doctor Devillers el propietario exclusivo de los derechos sobre todos estos materiales, siendo el único que legalmente podía abastecer a todos los clubs de tiro de Francia. El Club de Asalto a Pistola de Paul Devillers contaba a principios del siglo con 154 miembros que se enfrentaban por turnos el viernes por la mañana en los jardines de París. En una avenida cerrada por toldos que tenían por objeto detener las balas perdidas, los duelistas se enfrentan por parejas mientras que un armero situado bajo una caseta era el encargado de recargar las pistolas.

LAS ARMAS

Los proyectiles de los cartuchos, normalmente de calibre 8 mm y 44 Russian, estaban compuestos de cera, sebo y sulfato de bario, aunque las armas podían disparar sin problema esta munición a la vez que la suya correspondiente, por lo que era frecuente ver a los tiradores armados con el revólver reglamentario Modelo 1892 o con el Smith & Wesson Russian. Después de ser disparados, era preceptiva una limpieza a fondo de las ánimas de los cañones pues la cera tupía las estrías. El inconveniente principal residía en la ausencia de protección sobre la mano del tirador, que era la única parte del cuerpo que no estaba protegida para no perder el tacto del gatillo. Para solventar esta carencia, el armero parisiense Piot-Lepage difundió unas pistolas equipadas con una cazoleta de protección, copia de los floretes usados en esgrima.

Esta idea es recogida por la fábrica de armas Manufacture d´Armes et Cycles de St. Etienne, fundada en 1885 por Pierre Blachon y Etienne Mimard, y en 1911 salen en sus catálogos dos modelos de pistolas (una de fuego central y otra de gas comprimido), denominándolas Pistolet d´Assaut (Pistola de Esgrima), dotadas con esa cazoleta de protección atornillada a la parte delantera del guardamontes. Dicha cazoleta costaba la nada despreciable cifra de 60 francos de la época, un precio abusivo si tenemos en cuenta que la pistola sola costaba 150. En Bélgica, la empresa L. Ancion-Marx también ofrece en su catálogo “armas específicas destinadas al Duelo Artificial del doctor Devillers”.

El arma de esta colección, del calibre .44 Russian, fue fabricada por la Manufacture d´Armes et Cycles de St. Etienne entre 1911 y 1914. De cañón octogonal, el sistema de apertura lo formaba una palanca situada en la cara derecha del arma y que al accionarla liberaba el cañón, haciendo que basculara hacia abajo, a la vez que una pestaña retiraba parcialmente la vaina disparada, pudiendo, una vez extraída, ser cargada de nuevo.

Muchas se vendían por parejas, y su precio oscilaba entre los 150 y los 200 francos dependiendo de su grado de acabado, yendo del modelo básico hasta el de lujo que llevaba el cañón acanalado y decorado con grabados ingleses.

Independientemente de que fueran fabricadas en Francia o Bélgica, todas llevan los punzones del Banco de Pruebas de Lieja. Desconozco el motivo.

LAS MUNICIONES

Como cito anteriormente, la munición para estas armas había sido ideada por el propio doctor Devillers. Cuando hacia calor, para mantener los proyectiles de cera en estado sólido, se introducían en tubos que a su vez se sumergían en tinajas llenas de agua colocadas allí a tal efecto.

La mayoría de los cartuchos eran vendidos en cajas de cincuenta. Los había con vaina de cartón o de latón. Para estos últimos se vendían elementos de recarga, pues eran muy caros, vendiéndose la docena a 1,50 francos, por lo que los tiradores generalmente empleaban las vainas de cartón que solo costaban 6,50 francos el ciento. De color rojo o verde según el calibre, se recargan igual que los de latón, insertando una bola de cera dentro de la vaina.

Durante mucho tiempo el doctor Devillers conservó el monopolio de su invención, hasta que aparecieron unos nuevos cartuchos creados por el armero francés Gabet, y que en vez de la bola redonda utilizaban un proyectil troncocónico de grafito y cera destinada a señalar el impacto sobre la blusa del adversario.

Afiliado a la Federación Nacional de Esgrima a Pistola, este deporte era al arma de fuego lo que la esgrima al arma blanca. Una escuela de paciencia y sangre fría, donde las mujeres podían resaltar tanto como los hombres. En el Campeonato Internacional de 1909, la Sra. Devillers terminó 7ª en un campeonato plagado de militares y notables franceses.

No se sabe el por qué, pero tras el Tratado de Versalles de 1919, en el que se firmó oficialmente el final de la Primera Guerra Mundial, no se reanudó la práctica de esta disciplina que sólo se estilaba en Francia. Seguramente hastiados de tantos tiros.

Hoy en día, podríamos considerar a las pistolas Soft Air, que disparan proyectiles de pintura, como las herederas naturales de aquellas que a principio del siglo XX distrajeron a nuestros ancestros del país vecino.

Jesús Madriñán