J.M. Firearms Collection

CERRADURA DE ALARMA DELATOR Colección de Jesús Madriñán

Datos técnicos
Charola, Anitua & Cí­a
Eibar
1910
Fuego central
Estos ingeniosos artefactos eran verdaderas trampas para cazar cacos, fueron numerosas las patentes que se presentaron, sobre todo en el mercado francés. a mediados del s. XIX.

Estos personajes esperaban que los propietarios se ausentaran del hogar para poder cometer tranquilamente sus fechorí­as. No se podí­an imaginar el susto, en el mejor de los casos, que les esperaba.

En un principio eran de fuego real, pero debido a los numerosos accidentes que causaron se creó una gran polémica -a veces los mismos dueños se olvidaban de desactivarlas- y Gran Bretaña fue el primer paí­s que cambió la reglamentación, prohibiendo que fueran de fuego real y convirtiéndolas, cargadas sólo con pólvora, en armas de fogueo. Esto tuvo lugar a finales del s. XIX y fue asimilado por el resto de los paí­ses europeos.

Esta ingeniosa cerradura de alarma, marca Delator, fue patentada el 12 de Febrero de 1903 con el Nº 119.349 por el ingeniero D. Eulogio Charola y Urresti, persona que siempre estuvo vinculada al mundo de las armas, y copresidente de la firma Charola, Anitua & Cí­a. (1896-1918).

Su funcionamiento era sencillo; se introducen en las recámaras dos cartuchos de escopeta del calibre 12 y se colocan los disparadores en posición de disparo. Girando una llave salí­an dos barras de la cerradura que eran las que efectuaban los disparos. Éstas debí­an ser introducidas de nuevo a la vuelta del propietario si no querí­a llevarse un buen susto.

No se el número de estas cerraduras que se llegaron a fabricar, pero no debió de ser muy grande la cantidad debido a lo engorroso y poco fiable de su sistema. Ésta es el único ejemplar que conozco y está fabricada en bronce y hierro.

Según la factura que obra en mi poder, fue comprada por D. Juan Vázquez Pereiro, propietario de la Fábrica de Chocolates La Proveedora Gallega de A Coruña el 31 de Octubre de 1910 por un coste de 35 pesetas a D. Leopoldo Martí­nez López, propietario a su vez de la Ferreterí­a El Candado, sita en la
calle de San Andrés de esa ciudad.

Jesús Madriñán