J.M. Firearms Collection

REVÓLVER GALAND Colección de Jesús Madriñán

Datos técnicos
Charles Francois Galand
Parí­s
1872 - 1890
Doble Acción
164 mm
76 mm
Marfil

Entre los grandes centros armeros de la segunda mitad del siglo XIX cabe destacar  la villa belga de Lieja. Allí, en la Rue Vivegnis Nº 296 tenía su taller el diseñador de armas Charles François Galand (1832-1900) quien, junto al británico A. Sommerville, diseñó un revólver de fuego central revolucionario para la época que, por su original mecanismo de extracción y por su nivel de fabricación, es digno de entrar en el mundo de la historia de las armas.

Fue patentado en Inglaterra con el número 3039 el 5 de octubre de 1868. Se trataba de un revólver de armazón abierto, doble acción y expulsión automática de vainas. Los primeros modelos fueron fabricados en Birmingham (Gran Bretaña) por la firma Braendlin, de la que era socio Sommerville. Estos todavía no portaban la palanca-guardamontes que accionaba la extracción de los cartuchos y que tanto los caracterizaría a partir de 1870.

Tras la muerte de su socio, Galand se estableció también en París donde perfeccionó el revólver y lo vuelve a patentar en Francia con fechas 28 de febrero, 24 de junio y 24 de setiembre de 1872, pasando a denominarse definitivamente Revólver Galand.

Lo que más lo caracteriza es su sistema de extracción. Esta operación requiere el desplazamiento de una palanca-guardamontes que empuja hacia delante el cañón y el tambor. En su recorrido llega un momento en el que, debido a un tope situado en el eje, el disco del extractor se separa del tambor, sujetando a las vainas por su pestaña. El cañón-tambor continúa su avance hasta que las vainas quedan fuera de sus recámaras, cayendo las que han sido percutidas pero no así los cartuchos sin disparar, ya que el proyectil de estos todavía quedaba dentro de la recámara.

La palanca de apertura, que hace también de arco de guardamonte, va sujeta al cañón. En su parte media una biela permite su desplazamiento hacia abajo, al mismo tiempo que empuja al conjunto cañón-tambor desplazándolo hacia delante. El guardamonte, provisto de un espolón, lleva una muesca que es la que ancla dicha manivela al armazón, debiendo pulsarla para liberarla de nuevo.

El éxito de sus revólveres, destinados principalmente al mercado militar, no fue el deseado pues el cierre se le consideraba demasiado delicado para soportar su calibre .44. Aun así, tuvo el privilegio de ser declarado reglamentario por la Armada Imperial Rusa que lo adoptó el 12 de Marzo de 1871, denominándolo Revólver Galand Modelo 1870, comprándole una cantidad considerable de ellos, y fabricándolos más tarde en su arsenal de Tula mientras no recibía el pedido de los Smith & Wesson modelo Russian encargados a esta firma. Pero antes, en 1870, al igual que habían hecho con la afamada firma norteamericana, previo a firmar el contrato, los rusos exigieron cambios en su diseño: la palanca que accionaba la extracción de los cartuchos debería prolongarse haciendo también la función de guardamontes y, como no, se le añadió a esta el espolón tan de su gusto.

Más éxito tuvieron los modelos de bolsillo, como el de esta colección, de iguales características pero de menor tamaño y calibre a los que se denominaba Baby Galand.

Participó en manos francesas en la Guerra franco-prusiana (1870-1871), y al terminar el conflicto, se presentó junto con el revólver Chamelot-Delvigne para pasar a formar parte de la dotación del ejército francés, decantándose por el segundo, alegando su mayor robustez.

También fue utilizado por los oficiales de las compañías de caballería portuguesas y por las policías municipales de Lisboa y Oporto en ese país.

Algunos modelos tenían la opción de adaptársele un culatín, estando mecanizados los taladros para su ajuste, convirtiendo el revólver en una pequeña carabina.

Tras la muerte de Charles-François Galand en 1900, su hijo René continuó con el negocio hasta 1942. De él fue la invención en 1904 del revólver Velo-Dog, destinado a ser empleado por los ciclistas para defenderse de los perros, los cuales producían innumerables accidentes.

Jesús Madriñán