Tuvieron un gran mercado a mediados del s. XIX, pues eran muy utilizadas en los viajes donde, debido a su reducido tamaño, podían disimularse en el fondo de un bolsillo dispuestas a ser utilizadas a la menor eventualidad. Por entonces, el bandolerismo era una práctica bastante usual, con multitud de caminos poco transitados y frecuentados por soldados perdedores procedentes de las Guerras Carlistas, completamente desahuciados y decididos a cualquier cosa para poder sobrevivir.
En Europa, además de en España, tuvieron mucha repercusión en Inglaterra y en Bélgica. En Inglaterra, proliferaron los estuches que contenían una pareja de estas pistolas junto con sus accesorios, como si de un estuche de duelo en miniatura se tratase. Los fabricados allí solían tener las empuñaduras lisas, mientras que los belgas normalmente iban dotados de pistonera al final de la empuñadura cuya tapa normalmente iba profusamente decorada.