J.M. Firearms Collection

TERCEROLA WINCHESTER - OVIEDO 1892 Colección de Jesús Madriñán

Datos técnicos
Artillería de Oviedo
1892
Palanca
508 mm. (20”)
3.460 gr.
5 estrías.
A la hora de decidir el arma para equipar a todo un ejército, los Winchester eran invariablemente desestimados. Dos eran las causas principales: su complejidad mecánica pero sobretodo la escasa potencia de su cartucho de percusión anular.

Esta deficiencia trató de paliarse con el nacimiento del cartucho 44 Winchester Center Fire, más conocido en nuestros lares como el 44-40. Sin embargo, el problema no quedó solucionado por completo, pues distaba mucho de alcanzar la potencia de los cartuchos militares de la época.

El Winchester 66, con su armazón de latón, resultaba endeble para el nuevo cartucho, por lo que el Modelo 73 fue fabricado con el cajón de mecanismos en acero, pero ni así consiguió los contratos militares aspirados, aunque, como compensación, su difusión entre los particulares fue amplísima, convirtiéndose en una de las armas de leyenda del Viejo Oeste.

Por aquel entones, España habían pasado por momentos verdaderamente turbulentos. Desde el derrocamiento de Isabel II hasta la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), pasando por la primera Guerra de Independencia Cubana, las armas habían tenido abundantes oportunidades de ser probadas. En busca de un arma acorde con los tiempos, España declaró reglamentario por Real Orden de 24 de febrero de 1871 al robusto y potente fusil Remington, pero a los pocos años la experiencia en combate hizo patente que el soldado necesitaba disponer de una mayor capacidad de fuego; necesitaba un arma de repetición.

Los deseos de nuestros militares fueron tenidos en cuenta por el señor F. de Suzanne, representante en Francia y Suiza de la casa Winchester, quien presentó al Gobierno español la carabina Modelo 1873, causando tan buena impresión que se dispuso fuera sometida a pruebas por la Junta Superior Facultativa de Artillería. El informe que esta emitió, no dejaba lugar a dudas, decía: [I]“las armas Winchester alcanzan tal perfección que no hay al presente ninguna otra capaz de competir con ellas”, [/I]al tiempo que recomendaba fueran adquiridas algunas unidades del Modelo 1873 para que fueran distribuidos y probados por el Ejército y la Marina.

También se proponían algunas reformas para adaptarla a las particularidades de nuestro ejército. De las mismas tomó buena nota el señor Suzanne quien las remitió urgentemente al director de ventas en el extranjero de Winchester, Thomas Emmett Addis, diseñándose la variante del Modelo 73 denominado Spanish Model.

Viendo el interés que sus armas estaban despertando en el antiguo continente, el mismo Oliver Winchester, acompañado de Suzanne, decidió visitar Alemania, Suiza, Turquía y España para convencer a sus gobiernos de las bondades de sus productos. Es difícil precisar cuantas de sus armas llegaron a España, pero se baraja la cifra de 330, repartidas de la siguiente manera: 230 carabinas numeradas del 29.601 al 29.830 y 100 mosquetes, del 33.701 al 33.800, que corresponden a las series de Winchester fabricados en 1879.

Pero en los ensayos realizados entre 1881 y 1885, se había ido perdiendo interés por los Winchester como arma militar debido a la poca potencia de su cartucho, pero seguía patente la necesidad de un arma de repetición, por lo que, al igual que ocurriera al sustituir el armamento de avancarga por el de retrocarga, la experimentación con los nuevos sistemas se realizó paralelamente con la pretensión de convertir el Rémington en un arma de estas características, pero ninguno de los denominados “cargadores rápidos” que se presentaron para él fue aceptado.

Las primeras experiencias con armamento de repetición se hicieron por Real Orden de 26 de febrero de 1885, repartiéndose entre unidades de élite fusiles de los sistemas Kropatschek, Lee, y Winchester. Aunque todos fueron rechazados para el ejército, los Winchester, por su ligereza, capacidad y velocidad de fuego, fueron considerados muy atractivos para dotar a las fuerzas de seguridad, las cuales no necesitaban de una munición muy potente.

Debido a ello, en 1891 la Fábrica de Oviedo recibió el encargo de iniciar la producción de 2.500 tercerolas Winchester Modelo 1873 a un precio de 79,28 pesetas cada una. El pedido se remató en su totalidad en 1892, siendo por Real Orden del 1 de julio de 1893 destinadas a la Escolta Real y al 14º Tercio de la Guardia Civil. Cada ejemplar fue marcado “Artillería Oviedo 1892”, disponiéndose por Real Orden de 2 de diciembre de 1893 que la denominación oficial de este arma fuera la de “Tercerola Winchester Modelo 1873”.

El 8 de noviembre de 1894 se resolvió que fueran también dotadas con ellas los pelotones de mar del Cuerpo de Carabineros de Algeciras, Alhucemas, Estepona, Granada y Málaga.

La vida de estas magníficas armas resultó muy inferior a los 25 años que se les había asignado, pues en 1898 –no habían transcurrido 5 años-, se ordenaba su sustitución por la carabina Mauser. Únicamente el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro las conservó hasta 1906, año en que se dispuso que pasaran a los Parques de Artillería todas las armas no reglamentarias.

La tercerola “Winchester – Oviedo” estaba basada en el Winchester 1973 2º Modelo, y se diferenciaba de este en lo siguiente:

- Portaba un guardamanos de madera que cubría por completo el depósito tubular rematado en un casquillo de latón pavonado, lo que le proporcionaba una mayor solidez.

- La culata pasó a ser completamente maciza, suprimiéndose el orificio de la culata destinada a alojar una baqueta desmontable.

- La numeración del alza, fijada al cañón por dos tornillos, se cambió al sistema métrico decimal, yendo de 200 a 800 metros.

- Se le asignó un seguro a la palanca de montaje, estaba situado justo tras la palanca y compuesto por un tornillo giratorio dotado de una uña que la fijaba al fusil. La carabina iba colgada del lado derecho del caballo y como los jinetes se subían por el izquierdo, cabía la posibilidad de que al bajar su pierna derecha montaran involuntariamente la palanca si la enganchaban con la espuela.

- En el lado izquierdo del cajón de mecanismos, portaban un puente longitudinal con una argolla, característica esta de las tercerolas españolas.

Aunque dadas de baja en 1906, el nexo entre la Guardia Civil y las armas de palanca continuó, pues en 1926, el Teniente General Burguete de la Guardia Civil, elevó sendas propuestas al Ministro de la Guerra, para que se autorizara la dotación, exclusivamente para las fuerzas de la Guardia Civil que prestaran servicio en ferrocarriles, de carabinas TIGRE, una copia del Winchester 1892 fabricada por la casa Gárate, Anitua y Cía. Fruto de ello, la Real Orden de 5 de Marzo de 1926, autorizó su uso para tal cometido. Estas permitían mayor movilidad y comodidad que el mosquetón Mauser (declarado reglamentario en 1893), para ser usado en el interior de los trenes, ya que este Cuerpo era el responsable de la seguridad en este transporte, considerando la necesidad de disponer de un arma manejable y a la vez más eficaz que la pistola para repeler una agresión efectuada desde el interior o el exterior del tren.